La mentira murió hoy, la incertidumbre seguirá de aquí al olvido, mi olvido.
La culpa me hará culpable... me consume... insoportable llama humueante de negra máscara venenosa... tu peso recae sobre los que le mentimos. Al maestro. Al padre.
Mi débil aguante social no te pudo sostener más... necesito respirar... por dejar de amar.
Las cadenas de la culpa nunca son lo suficientemente apretadas para alguien que a su propia sangre le ha mentido. Así, para alguien que le miente a su creador seco de sangre, son pesadas y apestadas...
El olor de la humedad rodea cada uno de mis recuerdos junto a él, cada habitación, calle, muchedumbre, lleva su olor... su abrazo me acobijó y aquí se impregnó, su misericordia me llenó de compañía y me enamoré del momento más desagradable que pude vivir gracias a él. La humedad continuaba...
Así seguí hasta mi hogar, aún un poco atontada por los mareos del primer encuentro.
Viví en la mentira una y otra vez, sin jamás sentir el perdón cerca de mi, así me enseñó. El perdón se paga con sangre, y mi sangre está congelada... no tengo para pagar... Seguí así, entonces, durmiendo bajo el protector brazo del ocultismo, siempre segura de lo que hacía, siempre cínica en cada una de mis palabras de amor hacia lo que inventé era mi amor verdadero.
Y otra vez sumergida en el vacío silencio, tu perturbadora mirada me atormenta en paz, siempre sereno e inconciente, esperando pacientemente los últimos días de mi mentira para alejarte de mi... nunca te alejarás de mis recuerdos. Culpa.
Y mientras me libero de la mentira, mientras intento dejar atrás todo (sólo quedará mi remordimiento) él esperas mi confesión en su serenidad máxima. Nunca vendrá. Taparé mentiras con mentiras y seguiré... ocultándole lo que no soy capáz de hacer, intentando parecer alguien normal, alguien cuerda a sus ojos, los ojos que son sabios a los mío, los ojos que me inculcarán al camino que nunca he querido tomar...
Y qué más queda en las sombras, las obscuridad se irá lentamente como una nube en invierno, asimismo, vendrán nuevas con la próxima temporada... nunca hay que ser paciente...
Me sentaré a esperar que su curiosidad me mate, que nos separe por primera vez... o que mi obsesión porque se vaya me mate antes, sin dolor más que el que yo misma me podré hacer. Sencilla ya no es ninguna forma de castigo, todas se complican, ninguna es eficiente, incluso, algunas ya son imposibles de ejecutar... llorar... nunca podré llorar...
No sé dónde estoy... sigo esperando mis últimos días... estoy perdida otra vez en sus mandamientos, queda esperar el despertar, la luz al final que hará que me odie, que le hará pensar que yo debo pagar... por mentirle... durante estos cortos cuatro meses de conociemiento, de insinceridad, de frialdad, de humanidad simplemente...
1 comentario:
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