A.Tormentar.-

Mira tu las vueltas de la vida... ahora yo soy un monstruo. Es irónico después de todo por lo que tuve que pasar. Pero no hay rencor... en realidad no hay nada. Nada. El pasado es pasado. Y los recuerdos... recuerdos. Si todo tiempo pasado fue mejor aun no lo compruebo. He muerto. Y nací otra vez. Tomo más riesgos que ayer porque tengo más experiencias. Los cambios vienen y van. Y el árbol no muere... seguirá esperando a que la vida pase... esperará a ser destruido. No tendrá errores ni lecciones. Será fiel. Estará enamorado. Pero no hará nada al respecto. ¿Será feliz el árbol? Tenemos que avanzar por el solo hecho de ser. Porque lo que es aspira al bien. Tu al tuyo... yo al mio. Consigue un pez y juega con él. Admíralo en su hábitat. Míralo jugar con sus burbujas que son sus pensamientos. Puedes acariciarlo... pero no puedes acercarlo a ti más que eso o muere. ¿Qué queda entonces? Pues buscar una realidad. La vida sigue y el pez nadará en círculos mientras lo tengas en su pecera. ¿Vivamos entonces? Somos dos. Es lo que somos. Dos seres. No uno. Encontramos vidas y las dejamos pasar. Vivimos libremente y nos atamos a los demás. La vida gira en círculos y qué importa.

Camino. Camino y te quedas atrás. Estancado. Eres árbol y yo pez. El individualismo y el sentimentalismo no me dejan retroceder. Me mantuve desértica. Fui melancolía. Soledad y Agua. Ya no... no vivo de mis recuerdos. Rejuvenecí. Rejuvenecí junto a otros. Me desataron en la inconsciencia colectiva. Ya no estoy sola. Camino a su lado. Hay una historia. Hay una vida. Hay una esperanza y un sueño. También hay un destino... pero lo manipularemos. Y aunque el destino pueda despistarme burscamente de vez en cuando... es presiso que ningun paso sea en vano. Mientras creo la ilusión de alejarme una y otra y otra vez. Mientras la inseguridad me invada y luego él derrumbe cada muro. Entonces, mientras todo eso ocurra... tu no debes ser el pasado.