Y la duda otra vez asecha. ¿De dónde vengo? ¿Qué soy? ¿Cuáles son mis valores? Mi independencia... mi libertad... Recuerdo otra vez qué es lo que me pertenece y qué es lo que está bajo tu poder. Los engaños sirven para enseñar a madurar. La incertidumbre te ayudará a hacer que te quiera. Los misterios... a olvidar. Siempre dejando una marca que me ata a un recuerdo. Dividiéndome como ninguno otro de tu clase podrás... en mi es espontáneo... todo se perdió. No existe la melancolía de los recuerdos. Extraño lo que fuimos pero no lo quiero de vuelta. No me atrevo a verte la cara otra vez... y que veas mi cara de interrogación. Temo a lo que sucederá mañana. No quiero más cinismos. Menos de quien me enseña a vivir. Sigues vivo pero no deseo tu muerte. Es imposible. Completamente imposible. Dejar de quererte... vives en mi como tú vives de mí... y viceversa. ¿Estarás de acuerdo con la palabra ajena? Seguiré sin preguntártelo. La confianza se perdió... la cultura también... ¿Entonces? Entonces el silencio es mejor. Fingiremos que nada sucedió. Seguiremos dentro de una película nueva. Otra vida. Otra familia... otra historia... somos los mismos actores... pero no los mismos personajes. ¿Y es mejor así? El silencio es mejor... porque la confianza se perdió... con el cambio de director...
¿Me ocultaré en mis libros frente a ti? ¿Serás otra víctima de mi indiferencia? Todo por una culpa que no te pertenece... ¿No te pertenece...? ¿Qué sientes por mí? ¿Dejaste de ser mi amigo? Somos sólo compañeros de clase entonces... o peor... llevamos una relación tan frívola como profesor alumno. ¿Y estás conforme? ¿Qué quieres de mi entonces? Y no entiendo por qué nunca te he extrañado... si aun te quiero tanto... tal vez porque ya no formas parte de mi vida. Tal vez porque dejaste de ser quien debieras ser. Dejaste de influenciarme como todos tu pares deben hacerlo con los míos. Sólo cumplimos con nuestro deber. Hola. Te quiero. Adiós. ¿Te quiero? No. Esa parte la saltamos. La esquivamos. La torturamos... en cartas de días comerciales... y te siento sin sentimientos... te siento poco poderoso por fuera... pero como Dios por dentro. Capaz de manipularme como quisieras... y yo podría también manipularte... pero tu tienes la confianza... y no te extraño...
Todo vuelve a ser como antes. Todo monótono. Cada palabra lleva el mismo significado a la anterior. Ninguno. Todo es vacío y monótono. ¿Qué clase de personas somos? ¿Qué enlace tenemos? Sólo al que estamos sometidos... y no necesitamos más... más bien... no queremos más... Pierdes protagonismo en tu propio papel. Otros llegan y te igualan. Pero no a como eres ahora. No a esa figura frívola. Distante. Plana. Vacía. No. Sino, a esa verdadera que fuiste alguna vez. Nunca serán aceptados como lo eres tú... aún tienes esa escenia de lo que deberías ser sobre mi... serás siempre quien debes... no entiendo por qué... pero lo serás. Aunque otro actor tome tu papel... en los créditos... estará tu nombre... y con honores...
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