Cae del cielo otra vez ante sus ojos. Desvela el pasado, congela el futuro. Duerme apaciblemente. Diosa de la hironía que cambia, cambia, cambia. A último momento. Logra que todo explote y forme un charco de lava sucia. Todo queda en manos de pocos. Se lava las manos en el fuego que no pude quemarle, no puede tocarle, no puede herirle. Y recaen sus culpas sobre nuestra frente. Clava sus secretos en nuestras yagas. Entonrpece nuestras sombras... desvalidas y desprotegidas.
Que quiere cantarnos algo. Carga de mentiras la pistola y me la pone amenazante en la sien. Me obliga a tocar con ella. Me muestra sus ilusiones y las hace mías y las separa bailando de la realidad. Duerme ahora en penumbras. Nos ha encantado. Nos ha esperanzado, a su pueblo doliente en la miseria. Nos pide, nos reza, nos pregunta, nos envenena... cae del cielo, dulce rata amarilla. La que observa, planea, lanza y desaparece. Sucia. Ardiente. Alucinógena.
¿Será verde el color del castigo? ¿Ó rosa la utopía? Le gusta imaginar que lo es todo, luego que es nada, sólo para comprovar que sin ella no vivimos. O que eso le hicimos creer una vez al año. Porque aún quedan algunos que sueñan con sus ojos, sinceros buscan algún lugar en el paraíso. Ciegos. ¿Qué haremos cuando ellos vengan por nosotros? Me atrapa, me seduce y yo débil sucumbo y le rindo los más burdos homenajes. Alma desequilibrada, no quiere dejarnos ir. Finje ser feliz, finje poder más y querer más, pero en los bolsillos no le caben más caramelos, ni canicas, ni problemas, ni dolor. Ni el cuerpo tiene espacio para más lágrimas, esas que la pereza de privacidad ó la vanidad, dejó salir y conocer la luz y las opiniones y el control. El Control.
¿Será libre alguna vez? ¿Doblará los destinos como una hoja de papel? O tal vez siga vagando, frente a los ángeles. Peregrina del vicio. Busca el cielo porque cree merecerlo ¿Por qué no lo has encontrado aún? Enmudece nuestras palabras con sus anuncios del día. Con su reinado. El Poder. Creemos en ti. (¿Creemos en ti?). Quien hiere, cura y vuelve a herir, algún día te pensaré con respeto. El día en que los vivos danzen sobre tu putrefacto cuerpo. En son de odio. En un insesante llanto. Te recordaré... como aquella por la que me regí. Aquella que me insensibilizó y plantó en tierras lejanas. Esa tan poderosa que me entorpeció al punto de querer ser como su mente. Formar parte de su cuerpo, de su vida, su carga, sus palabras... sus arrepentimientos.
Sus manías y fantasías se volverán realidad... el día en que sea ella quien caiga ante mis ojos.
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