Es lo que necesitaba. Palabras de aliento con alguna coherencia. ¿En qué caí? El Sol no guía mis pasos. Camino a tientas entre las piedras. Me vuelvo indigna del dolor. Los pies arden y se lavan con las lágrimas del deseo. Porque si no deseo no muero. Pero sí muero. Cae ante mi la fantasía...
Silencia el mundo. Nada tuvo antes tanto sentido. Se siente fuerte y esperanzador. Lejano y frío. Algún día dejará de existir. Algún día no correrá más. Ese día en que tenga algo en que creer y alguien con quien creerlo.
Otra vez es agua. Vivo de ella más que otras personas. Me alimento, la pienso, la digiero.
Gracias por haber estado allí, gracias por haber tomado el papel de quien no quiere existir al lado de la melancolía. ¿Fue el don del incómodo?. Pues no incomodó a nadie más. O tal vez no lo suficiente. Fui tan pequeña. Con el pecho engrandecido. Y busqué más. Y había más. Pero el pecho explotó. Y una parte de mi explotó con él. La verdad. La realidad. Deambulé como alma en pena... como si cada uno fuera un pequeño poema. Como si los bienes fueran escazos y desoladores. Ya nadie me conoce. Ya todos creen que soy lo que fui. Y tal vez lo soy. Pero hoy soy ahora.
Un suspiro recorre la espada. Me dan el pésame como si alguien hubiese muerto (¿Algo dentro de mi?). Voltean la cabeza y me cuestionan como si algo hubiese brillado (¿Algo nació en ellos?).
El suspiro se agota en una bocanada de aire. Extrañan a quien no está ¿Por qué extrañan al que se fue y no al enajenado? ¿Por qué a éste le miran de reojo, mientras al ausente le dedican versos?
Intenta no hacerme llorar. Intenta creer en las mentiras. Y hacer de las mentiras su única verdad. Si Dios creó el mundo, entonces no me creó a mi, ni a la gente como yo. O nos creó por separado. Como dos juguetes de distinta marca. Eso somos. Sólo dos juguetes de distinta marca. El Mundo y Yo. O Tú y Yo. O Yo y mi Otro yo.
martes, 8 de julio de 2008
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