¡Pero qué hermosos son! Corran y corran que para mi sus problemas son una danza. Maravillosos bailarines, expertos en su quehacer, siempre tan vivos, tan conscientes, tan reales y terrenales. Sus películas de culto: nadie las conocerá nunca por completo, llena de mensajes que ni ustedes entienden, encrucijadas dignas de un Óscar y diálogos tan reales como deben... pero no hay música.
Películas que se las lleva la modernidad, filmes desconocidos, obvio, no se puede pensar más, si son todos tan iguales, sólo generalidades.
¿Qué pasa con los que impactan con algo diferente? pues yo encontré uno así, y me hizo creer que habían miles iguales en el mundo, no sin antes alzarme, alzarme y alzarme más alto. Creí estar conociendo a unos cuantos, creí estar viviendo en una especie de comunidad. Nadé entre todos estos espíritus, comí su cuerpo y bebí su sangre, otorqué a cada uno un nombre, coroné a un rey, y por supuesto, yo fui su reina.
¡Rompámos la danza que ellos crean sordamente! Estamos ocultos, medios muertos, perdidos, seremos pocos dentro de miles, pero seremos los mejores. Caminaremos lentamente, lo pensaremos dos veces antes de dar un nuevo paso, pero estos serán largos... y aunque no nos lleven a ninguna parte (no más que un estúpido círculo) juraremos y rejuraremos que hemos avanzado más que cualquiera.
¡Bellos bailes amigos! ¡Hoy comprendo todo! No fue esto más que un juego del destino para demostrar su fuerza. Hoy lo he perdido todo (en realidad, no más que la imaginación, ya que nada fue real) deambulo como aquellos falsamente marcados, los espejismos desaparecieron por acercarme demasiado, se revuelven las alegorías en mi cabeza y las vomito por las orejas: para mi nunca existieron.
Por lo que gracias. Gracias la pérdida. Tiempo, recuerdos, material, pensamientos, presencia, sueños y estrellato... en vano. Soy parte del musical de los recuerdos. En el carrusel, aún voy sentada en el pony de la nostalgia, atrás de mi vas tú, aún perdido en tus fantasías.
Soy reina de aquello que quedó en el plato. Los admiro desde mi alta ventana, bailarines, aplaudo cada escena de risay dolor con igual entusiasmo... recuerdo cuando fuí uno de su elenco, cuando renuncié, cuando quice volver, cuando no pude. En ustedes huelo la melancolía, payasos de la reina, han perdido a su rey. Nunca fueron sus esclavos, pero en el interior del monarca eran sus más inferiores empleados ¿Tuvieron noción de esto alguna vez?
Sus vidas serán siempre, y cada una de ellas, productivas para ser parte de algo, pero ésta vez de algo real; y no podríamos esperar menos, si finalmente ustedes son los que saben cuándo, dónde y cómo es correcto todo lo dicho y hecho por nosotros.
¡Asesórame, Dios! Aún queda uno que se ha rendido.
viernes, 2 de mayo de 2008
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