¿Acaso hay algún camino? Ellos me enseñaron a ser quien soy, nací en su silencio, crecí en su tempestad y morí, renací, o cambié en su propia inseguridad. Fui quien siempre camino errante, quien sabreó los destinos sin tragar más. Aquel que juzgó la armonía no había llegado a conocerme, no hasta que mis pies hayan estado bien atados a un ancla en la ciudad. Uno a uno cayeron del cielo. Uno a uno me ahogó en el mar.
La luz que todos dicen ver en algún momento de su vida no guiará jamás el camino. O la luz se ha de apagar. Y repito: ¿Acaso hay algún camino? El pasado siempre fue un ángel guardián. Una traición. Un olvido. Una herida y una lección no aprendida. Se revientan los ojos con las palabras mal interpretadas y sudan las manos en señal de venganza... ahora ya nadie tiene la culpa, ¿No ves? Se invieren los papeles tiernamente ante el no conocimiento de lo hechos. Vuelven a caer donde partieron al saber cada vez más. Danzan y sangran.
¿Qué caerá primero? Es como preguntar quién emepezó. Aquel que cambió todo, aquel Caín dentro de los judíos es un hombre normal. Jamás existió nadie. No hubo ningún cambio. No hubo ningún conocimiento. Sabio el que siguió caminando en la nada. Sabio el que no necesita tierra ni agua. ¿El que vive del aire? ¿Acaso existe el aire? Ya nada es nuestro. Ni de ellos. Todo ha mutado de forma brusca y en el tiempo más eterno del mundo (y del cielo). Se dividieron los mares, las selvas y los desiertos. Todos clasificados.
Me enseñaron a vivir por un ideal. A temer a esperar. A no escapar... hice ojos ciegos. Sentí orgullo de mi andar. De la soledad y la verdad increíble. De la soledad interna y la verdad increíblemente inventada. Insisto aprendí: aprendí a no volver a mirarles los ojos. Las manos y el cuerpo. A interpretar. Canté maldiciones y susurré placeres. Me encontré y me vomité. Y te encontré y te tuve y te perdí. Dijo que un tercero estaba volando, habló con palabras no inculcadas en mi vocavulario. "Está enamorado" y definió. A mi. ¿Entonces qué soy yo? En realidad jamás me preocupó. Y tal vez ahora tampoco.
¿Adiós es la palabra? Si la muerte es un cambio entonces no es lo que busco. El pasado no vuelve, pero evoca recuerdos. No quiero identificar a nadie. No quiero ser quien mande mensajes entre las ramas de los árboles mojados por la lluvia. No extenderé la metáfora... porque seguramente seré plagiada.