jueves, 23 de abril de 2009

Lo feo y la distopía

¡Sí, sí sí! ¡Esa soledad que no se acaba! ¡Porque soy una desgraciada, una callejera y una insensible! ¡Porque estoy loca! ¡Loca, loca! Y nadie me justifica y a nadie le importa hacerlo ¡Entonces a mi qué me importa! Dejarme caer sola ¡Sola! Lo triste se vuelve macro y agonizante. Sin placer, al extremo del sin placer. ¡Caigamos! ¡Caigamos! ¡Caigamos! En la razón inteligible del Sol, lo abstracto que tanto nos maravilla, lo poderoso que nos hace débiles. Correr al sueño y la ironía asquerosa del cobarde y del maquiavelico ¡Que no exista lo perfecto! ¡Que lo sucio sea universal! Y que el universo nos envuela en su papel estropeado y pisoteado. Hasta las heces. ¿Dónde existe lo sensible? ¡No existiría! No exisitiría y no existiríamos. Perdernos en lo oculto del bosque clandestino. Camuflarse del silencio y desaparecer. Las sonrisas perfectas, las miradas encandilantes y las pieles tersas y aromáticas. ¡Desaparecer en el silencio! ¡Desaparecer en lo imposible-aún no creado! Comer esperanzas vagas y vomitar los deseos revueltos, como una masa que apesta. Apesta a ti a mi, que no creemos ni en nosotros mismos. Que no somos capaces de alzar la mirada y cegarnos con placer, porque no creamos el placer, ni el Sol, ni éste alimenta al árbol... que se conforma con nuestra esperanza camuflada de silencios. ¡Perdernos! ¡Perdernos en el misterio! Sin extrañarnos, ni amarnos, ni odiarnos, ni sentirnos. Sin vivirnos. Sin soñarnos. Sin crearnos... porque no me creas y me siento sola. Mundos imposibles que van de a uno, de a uno, de a uno. Somos uno. Uno tú y uno yo. ¡Acaba! ¡Acaba por tener sentido! Amarnos y pedir perdón... por creernos inmortales.

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