sábado, 25 de abril de 2009
de ayer, veinticuatro.
Es que no quiero poder sola. Si tengo miedo, ya sé a qué: a la soledad. Tengo miedo que las palabras se suiciden, porque de la muerte no vuelven.
Quiero ser con alguien incondicionalmente, pero la gente le teme a la incertidumbre de la eternidad. Quiero aventurarme, ilusionarme y cegarme, quiero promesas utópicas de eso eterno. Quiero romanticismo, algo bonito, algo delicioso que se sueña y no se vive, que se transmite.
La belleza de lo eternamente soñado, los deseos que se exageran y aún así, se ven hermosos. Y mirar atrás (y que esté vacío) y sigue estando fresco, aunque esté seco. Que acaba con placer aun así, por eso la belleza sería eterna, aunque acabe.
¡Ser con alguien, ser con alguien, ser con alguien! Y aferrarme con todo a esa idea medio despierta. Que sea perfecto sólo porque se quiere, no porque lo es.
jueves, 23 de abril de 2009
Lo feo y la distopía
¡Sí, sí sí! ¡Esa soledad que no se acaba! ¡Porque soy una desgraciada, una callejera y una insensible! ¡Porque estoy loca! ¡Loca, loca! Y nadie me justifica y a nadie le importa hacerlo ¡Entonces a mi qué me importa!
Dejarme caer sola ¡Sola! Lo triste se vuelve macro y agonizante. Sin placer, al extremo del sin placer. ¡Caigamos! ¡Caigamos! ¡Caigamos! En la razón inteligible del Sol, lo abstracto que tanto nos maravilla, lo poderoso que nos hace débiles. Correr al sueño y la ironía asquerosa del cobarde y del maquiavelico ¡Que no exista lo perfecto! ¡Que lo sucio sea universal! Y que el universo nos envuela en su papel estropeado y pisoteado. Hasta las heces. ¿Dónde existe lo sensible? ¡No existiría! No exisitiría y no existiríamos. Perdernos en lo oculto del bosque clandestino. Camuflarse del silencio y desaparecer. Las sonrisas perfectas, las miradas encandilantes y las pieles tersas y aromáticas. ¡Desaparecer en el silencio! ¡Desaparecer en lo imposible-aún no creado! Comer esperanzas vagas y vomitar los deseos revueltos, como una masa que apesta. Apesta a ti a mi, que no creemos ni en nosotros mismos. Que no somos capaces de alzar la mirada y cegarnos con placer, porque no creamos el placer, ni el Sol, ni éste alimenta al árbol... que se conforma con nuestra esperanza camuflada de silencios. ¡Perdernos! ¡Perdernos en el misterio! Sin extrañarnos, ni amarnos, ni odiarnos, ni sentirnos. Sin vivirnos. Sin soñarnos. Sin crearnos... porque no me creas y me siento sola. Mundos imposibles que van de a uno, de a uno, de a uno. Somos uno. Uno tú y uno yo. ¡Acaba! ¡Acaba por tener sentido! Amarnos y pedir perdón... por creernos inmortales.
miércoles, 22 de abril de 2009
Obvio, Soledad...
La sensación de soledad que en verdad no acaba. Buscar, buscar, buscar y encontrar su apariencia perfecta que la destruye, que me libera, que me muestra caminos ya explorados y ganados. ¿Cuándo dejaré de ser sólo uno ?
La sensación de soledad que engaña, que dura un principio, pero no alcanza a llegar a un final. Lo infinito me aburre, me hostiga ¡Es tan innecesario, tan ocioso! ¡Tan vago y constante! Encontrar un fin y un inicio rotundo, que cambie y no aburra, ser a pasos cortos, ser dolido ó chispeante, ó ser ambas. Ser con alguien. Que alguien llene, que lo único inacabable sea su compañía abierta, que no dependice ni deje ir, que no me deje ir...
Buscar, buscar, buscar puede no ser perfecto, pero es tan completo. Que despierte la curiosidad y se encuentre siempre. Encontrarse a sí mismo dondequiera que se vaya. Estamos perdidos y nos hallaremos, dondesea que estemos, porque cuando uno quiere algo llega, llega, llega. Pero cuando queremos nuestra totalidad... ¡Es que aún no la obtenemos!
Creerse, creerse a sí mismo para fingir sin culpa. (Vivir la totalidad del ser). La incoherencia inestable, la incoherencia inexistente. Vivir en los placeres. Enamorarse de lo incompleto, de la insatisfacción, del desear más.
No, no se desea lo repetitivo. Se desea tu espalda y manos fuertes, que puedan cargar con las enredaderas del olvido y el recuerdo. Que nunca fueron por sí solos, siempre se necesitaron el uno al otro. Como yo estoy aquí. Esperando tu vicio insaciable, que seguramente, es también el mío. No dejarnos extinguir en el silencio, resguardarnos en nuestros pensamientos y acorazarnos en nuestro perpetuo intento de rescatar lo intenso y hacerlo fluir. Lo mágico. Que fluya como corriente de aire... que no vuelve. Que fluya como el tiempo incontrolable, pero que siempre, en algún u otro momento, calma, se agradece, se ama y se desea con el cuerpo... que no vuelva, y no vuelva. Y no vuelve.
Entregarse a lo que el viento y el tiempo sean para nosotros. Lo que traigan y nos impongan.
Ser tu pez. Y, en igual medida, tu árbol.
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