Entonces salí del colegio ¿Dónde estaba? Me rellené de sensaciones. Ansia. Pero lo cubrí, utilicé mi máscara y me adentré en la ciudad.
Me uní a un grupo y caminé, revisé cada paso ya revisado. El aire... el aire me consumió. Me dejé llevar cual hoja otoñal, me desvestí ante ellas, ante lo real, ante la verdad.
Risas, silbidos, canciones, chiflidos, gritos... risas. Todo en uno y todo calló ¿Dónde estaba ahora?...
Cansada y acalorada, más de lo que otros lo estarían, simplemente agotada. A un lugar de aspecto frío me acerco... deslizante gris. Y me senté sobre él, y mis pies que no tocaban el suelo calleron silenciosos a él. Me deslizaba yo ahora ¿Qué más hay?
Dos segundos y necesito que todo pare... o que avance sorprendentemente rápido. Me paro, ya no recuerdo por qué estoy ahí... ¡Algo! ¡Un recuerdo viene a mi cabeza! Y junto con él una mujer seria. Y de entre su seriedad este recuerdo me hace sonreir, y al parecer a ella también ¿Habremos pensado lo mismo?
Y cuando todo parece perdido un ruido sucio clama por nosotros. En el estómago se hace un nudo y ahí estamos con ambas manos estiradas, la de la señora de la sonrisa y la mía. Por un momento somos un solo ente poderoso y aquel denso sonido se convierte de repente en un inmenso monstruo con una pequeña boca. Y ambas dispuestas a ser deboradas nos identificamos. Es un mundo nuevo.
La señora me ha servido como ejemplo para lo que vendría dentro. Tantos iguales pero distintos, algunos con más primaveras sobre sus hombros con cientos de historias por contar. Asimismo, otros en miniatura llenos de sueños y fantasías para hacerme volar. ¿Pero qué hay á su alrededor? Aun no logro comprenderlo.
Seguí mi nuevo camino a bordo de este personaje violeta ¡Cuántas cosas inimaginables se pueden apreciar a través de sus ojos! Quedé impregnada de nuevas y ajenas experiencias, y como el etiquetado de color violeta seguía y seguía con sus tormentosas habladurías nos mantenía a todos en silencio... supuse que nos daba ódenes... supuse que todos las entendían... y yo seguí al resto, soy una experta en eso.
Un paso abajo junto con un revuelto de más de estos ejemplos. Ahora entiendo de dónde vine y hacia dónde voy. Los callejones son múltiples y me sumerjo en un nuevo laberinto, cada vez menos apartado de lo que alguna vez llamé real, cada vez más constriudo... cada vez más estructurado.
Y una larga corrida de inmensas viviendas me indicaron el fin del laberinto, la luz del túnel...
Allí estaba yo. Frente a ella. Frente a mi. Frente a mi casa.
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