martes, 26 de mayo de 2009

(nosotros) Lo Eterno y lo Exquisito.

En el cielo de lo inimaginable se esconde de lo eterno, que ni si quiera aparecerá en la mente humana. Sólo busca el placer de lo perfecto, para poder ser feliz, tratando de encontrar en un cielo inexistente lo que no encontramos en un universo mega expuesto. Es así como en el sentir nos exponemos. Frágiles al mostrar quiénes somos. Inútiles. Y no soñamos con aquello eterno, el miedo nos corroe: tememos expresar ese sentimiento... de buscar algo más grande. Y el ser humano, al percibir que debemos ocultarnos bajo una espesa niebla de temor, nos conformaríamos con las banalidades de la cotidianeidad... muy lejos de lo Eterno. Imaginando un mundo donde no está y confundiendo nuestro destellos con las glorias de los suspiros más hermosos, haciéndonos confirmar lo imposible que es encontrar el sublime atardecer, el eterno atardecer: el horizonte. Que añoramos y deseamos. El olvido y el recuerdo de lo exacto, lo exacto que se hace placer y el placer que se hace infinito. Mariana Pastén, María José Hormazábal, María José Abarca, Sara Arellano.
.-.-.-.ELCADAVEREXQUISITO.-.-.-.

Condicional ]~

Invadimos nuestro cuerpo. Invadiste mi alma, desquiciado, me giraste en espiral y la vida ya no fue más cíclica. Inconsciente y semiconscientes somos. La duda es la sombra. BÉSAME EN LA SOMBRA DE UNA DUDA. Que la imaginacn corrar como libertinaje y es que entonces el libertinaje no existe y las lágrimas eran un sueño inexistente. LOS SUEÑOS SON LAS ÚNICAS LOCURAS QUE SE PUEDEN HACER REAL. Perdidos en el mundo iluso que creamos para creernos, para ser tangibles. Comenzaste a existir lejano, lejano, tibio y confortante. La dulzura de la naturaleza es cierta en el infinito, somos capaces: de Todo. LOS PECES PODEMOS HACER TODO LO QUE QUERAMOS, CUANDO QUERAMOS, INCLUSO DEJAR DE SER PECES. Inimaginables y reales. Estás y estoy... y revivo, y dejó de ser hermoso, y a veces continúa siendo prohibido. Somos lo prohibido. Créame, acábame. La distopía como desilución, como perfección, estamos extrañados en este mundo tan sostenible. Nos extirpamos los miedos por nosotros y las entrañas son cenizas, el cerebro es el agua sucia, que bebemos como elíxir, que deseamos hasta las estrellas y las pestañas de los ojos y los dedos de las manos. Como parte del arte qe nos insinúa, nos seduce, nos ignora y nos empuja... a ti y a mí. Vendados de lo que está e incrédulos de lo que estaría, lo que sería. Existes y existo. En el mismo lugar, en el mismo momento, y bajo las mismas tristezas de nuestras almas putrefactas de dolor; bajo las mismas sequías en nuestras manos, carentes de sudor, de construcción, de completación. Seremos lo eterno indeseable, lo abstracto sin sentido.

domingo, 24 de mayo de 2009

XIII

He muerto, me dije, he muerto. Porque decidí que he muerto, porque decidí hacer de verdad lo que los demás dicen que hago: decidí ser feliz, porque los demás dicen que soy feliz. Decidí ocultar que existo para que sea más fácil, para dejar de ser inútil, para dejar de deambular, para dejar de molestar que ame con el alma llevar la sensación al extremo... al extremo, aparentemente, opuesto. Porque sufrí por no ser quien querías que fuera, y por creer en la armonía de mi ser, en el equilibrio del deseo, creí en satisfacer mis deseos, que era capáz. Y no era capáz... Eso aprendí contigo, que debo ser manipulable y que querer ser uno mismo es una estupidez, se pierde el tiempo. No quise ser parte del proceso destructivo de volver a un loco, cuerdo. Y no pensaste, pero tu impulsividad me ahorca, me estremece, me aplasta, me suprime. Los genios fueron calificados de locos, los revolucionarios que defiendes fueron calificados de locos, ¡vives de los locos y quieres volverlos cuerdos! Y me escupes en la cara y tus secuaces escupen en mi cara dos veces más porque amo lo que no amas, y no lo amas porque no lo piensas. En la infinita necesidad de ser libre me refugié en el abismo del silencio. Estar a la deriva jamás me pareció un placer, estar a la deriva aturde. Y no aturde con delicia (como el amor). Ese deseo, esas ansias escalofriantes de amor. De lo eterno y los único. Eso que tuve y que llevé al extremo... pero después de eso no hay más. No hubo más. Y lo cambié por el otro extremo y me di cuenta de que era una satisfracción a la necesidad momentánea. El deseo era efímero y rogué por el Sol otra vez en mi cara, ruego por ver nublado. Pero estás tú. Ahí. Constante y eternamente parpadeante. Es como tener las cosas a medias, es como desear pero no querer, pero yo sé que me quieres y sé que no me amas, sé que no amo y sé que quiero amar. En busca de la belleza, en busca de lo imperfecto (porque lo perfecto aburre), en busca de los ojos atontados de tanta alegría, la sonrisa sincera y real, lo cinematográfico, lo clásico, lo clásico, lo clásico y romántico. Que nuestros estados de ánimo cambien según el clima, que no dependamos el uno del otro pero no tengamos miedo de acercarnos a ello. Amarnos. Creer que los mensajes subliminales existen, creer en los retrasos perfumados y las sorpresas que brillan... y mirar atrás y que esté vacío... Que no exista nada más. Y que termine de golpe o de a poco y sufrir porque ya no nos tenemos, porque el hábito tiene tanta fuerza, la costumbre. He muerto. Porque dejé de intentar obtener lo que deseo. Mi alma se ha destrozado ya, y no puede haber más dolor, ni sentimientos, ni sensaciones, ni reacciones. He muerto, he muerto porque ya no busco nada.

jueves, 14 de mayo de 2009

VEINTIDÓSDEABRIL.

Esa cosa extrañísima de quedarse solo. Solo, solo, solo. De palabras y acciones compartidas. La literatura psicópata que guardamos y que se expande. El movimiento agónico-pensante de vivir hacia atrás. Porque nunca exististe. Te creé, te maté... pero, aunque siempre esperé, nunca me creaste a mí. Más agua que tierra. Y no me cubriste con tus manos y desapareciste. No escapaste. Aún puedo verte, aún puedo alcanzarte y llamarte y con dificultad, vendrás. Pero no vives, ya te acabé. Acábame. Acábame. Acábame.

martes, 12 de mayo de 2009

La razón por la que evito siempre tomar desiciones:

Más me partiría el alma si negara que te quiero con el alma, de aquí hasta la eternidad, tantas veces como sea posible. Porque cuando a uno lo traicionan, duele, cala hondo y deja cicatriz. La traición se paga, la destrucción se vive. Y traicionarse a uno mismo sería herejía. Pero jamás imaginé que terminaría yo haciéndote sentir una traición a ti (sea esta real ó no). Somos como dos ángeles. Clandestinos y deseosos, frágiles ¡Si ni si quiera fui capáz de sacarte de las tieneblas jamás! No lo necesitabas, ya no necesitabas. El deseo máximo de conseguir placer, si no es así, no vas por ello. Y yo esperé a que nacieras. Mi metáfora se sobrecargaba con tus sentimientos, pero nunca respiraste agua y yo me ahogaba. Árboles que no desean y peces que no lo notan. Es que nos perdimos en el silencio. Era la señal que buscaba. Dejamos de existir, porque cualquier palabra parecía injusta. Es que expresar duele, sentir duele, pensar duele, crear me duele si no tiene sentido alguno. La distancia es algo que poco ha tenido que influir, pero el hecho, el tiempo, la melancolía y las lluvias que dejamos de compartir son quienes causan los finales. La diferencia es que lo noté antes, la diferencia es que me abrí paso y ante eso no pude hacer nada más. Y cuando uno deja de tomar desiciones los demás las toman por ti y si dejaba que siguieras decidiendo, lo eterno que tanto añoro, que tanto amo y anhelo, terminaría por ser lo absurdo, la burla sombría de nuestro dolor creciente e intacto, innombrable. No te culpo por no querer notarlo. Te cegaste, llegaste a ese punto hermoso y perfecto en el que el amante lo es todo; es confianza y delicia, ese estado al que ya no puedo llegar (que aparezca alguien). Que no puedo llegar por miedo al maquiavélico, al complot, a esa angustia que se concentra en el estómago. Ese asco que parte en el centro del cuerpo y se expande hasta la respiración y crea un ciclo de dolor, de odio, de pena, de destrucción. Eso que nunca, nunca, nunca quice que vivieras... y que yo misma te hice sentir... más de una vez.