Esa exquisita sensación. Tu ingenuidad hermosísima que me encantó, ese dulce misterio. Llenando mi sol de cosas para que ya no me ciegue más, para que me ilumine, para que me haga feliz.
Y la distancia que guardamos, que hace que todo sea tan místico, porque no nos descubrimos con la lengua, ni con las piernas, ni con las palabras, sino con las miradas, las miradas y los roces de tu mano con la mía, las miradas llenas de deseo que queman cuando lo transmites con tus manos. Que te ilusionas con la belleza que me das para irradiar, y sueño con jamás probarte, porque no tienes que probar nada. Eres. Soy. Y quisiéramos serlo juntos.
El infantilismo de las indirectas, de incluir al tercero para jugar a ser tímidos. (Serlo realmente). Conformarnos, en apariencia, con nosotros mismos, con el misterio y las ansias, las ansias de ser amado. Que me deja llevar y me gusta, que esta vez no me niego y que confío por alguna extraña razón. Volver a las cosquillas en el estómago, volver a encontrar la belleza en las cosas naturales. No forzar el cielo azul, ni los ojos parpadeando seguido, ni las sonrisas bellísimas, sonrisas que opacan el dolor hasta hacerlo olvido. Ese arte que nace sin premeditarlo, y sin notarlo, sin verlo, porque se siente... como parte de la perfección.
Enamorarse de un todo, como antaño lo hacíamos, enamorarse por los ojos y después por los oídos, por las manos y descubrir, finalmente, que por los labios es perfecto.
La ingenuidad hermosísima que hace cosquillas en el estómago.
Soñar con tu sombra chispeante y sutil, ocultar tus ojos tras una sonrisa completa, un sueño de cristal. Ver y no creer, y especular y reir.
Excusarnos para vernos seguido, tocar con naturalidad tu mano y transmitir y que digan "¡Qué lindo!" (Felipe V.). Alargar los procesos, para hacerlos infinitos y amarlos al máximo. No prometer, sino hacer. El amor no hace sufrir y uno no pregunta cuándo es, uno lo sabe y se lo guarda hondo, hondo en el alma y lo irradia, ó lo grita, lo grita fuertísimo y lo vive. Lo viviremos porque lo queremos. Dejé de estar triste sólo porque mme gusta estar feliz.
Intoxicarme de tus gestos y ahogarte de mis palabras. Danzar. Vivir. Soñar. Crear. Proyectar. La complicidad perfecta de los amantes. Creyentes en lo superior y en la realización, creyentes en lso máximos.
Y mirar atrás y que esté vacío.
3 comentarios:
Hace tiempo un payaso en el troncal (troncal dije) me preguntó: ¿La señorita a su lado es su polola? y le respondí "es mi amante" y él dijo "para qué la esconde". Pero los amantes no se esconden. Y nosotros no nos escondimos.
Dijo que mi sonrisa le encantaba mientras estábamos abrazados, desnudos en mi cama, y mi sonrisa se hizo enorme y fue como si le encantara más, entonces, la sensación en el centro del cuerpo.
Cuando la beso siento "esto es tan perfecto", besar sonriendo, carajo.
Luego necesito ver qué pasa. Lograr el punto medio sacro fetal agónico en que el orgasmo es tinta. cuando se toma la mano y no se suelta.
Beso.
Es que me gusta.
Me Gusta
Hagámoslo
Hagámoslo!!!!
Hay que aplicarse
Entender que toda obra implica una trama.
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